lunes, 15 de abril de 2019

616


PRIMER ACTO.
         El judío se había pasado semanas enteras vagando por el desierto; a estas alturas se sentía atosigado por el cansancio y el hambre y únicamente encontraba consuelo cuando se ponía a meditar.
         La tarea no era fácil; por eso había sido escogido por su Padre para la misión más importante que Yahvé tenía planeada para la salvación de la humanidad.
         El Mesías rezaba con desesperación buscando alivio para su atormentado cuerpo y principalmente para su alma; tenía que acumular todas las fuerzas posibles para comenzar a predicar la buena noticia: el reino de Dios había llegado al mundo.
         A veces dudaba pues su Padre no le había dado instrucciones precisas acerca de cómo se debía desenvolver entre los hombres ya que solo sabía que cuando llegara el momento correcto, tenía que reclutar a doce hombres a fin de poder cumplir con su importante encargo.
         Se detuvo un momento para recuperar el aliento mientras bajaba su triste mirada hacia su pobre vestimenta: una sencilla y raída túnica que antes de llegar a tan desolado lugar había sido blanca pero que en ese momento estaba completamente sucia de la tierra que había llevado consigo el incesante viento que lo golpeteaba de cuando en cuando así como del sudor que mostraba oscuras manchas en toda su superficie; las orillas estaban hechas jirones debido a los cardos que se la habían desgarrado como si fueran pequeños soldados del mal intentado frenar al enemigo; las correas de sus burdas sandalias estaban a punto de separarse de la suela de su calzado como consecuencia de la larga caminata llevaba a cabo en tan desolado lugar.
         Cuando decidió continuar su camino pensando que de un momento a otro iba a recibir más instrucciones del Altísimo sintió como un frío miedo comenzaba a invadir su fatigada figura haciéndolo temblar; quiso razonar acerca de qué era lo que le atosigaba cuando escuchó como se abría una botella de alguna bebida espumeante.
Entonces lo supo.
         La tapa de la botella le pegó en la frente y cuando volteó hacia el origen del objeto se encontró de frente con una extraña figura.
         Era 616.
         Lucifer estaba vestido como motociclista; calzaba unas botas negras con casquillo plateado en las puntas así como pantalón de piel del mismo color. Su oscuro cabello largo le caía hasta los hombros y lucía una ligera barba que acentuaba más su atractivo rostro; traía una playera de algodón negro con una calavera dibujada en pecho que mostraba una macabra sonrisa en medio de llamas de colores.
         Mientras se quedaron viendo frente a frente como si fueran contrincantes en medio de un ring de lucha, el hombre que más adelante sería conocido como Kristos pudo notar que Luzbel estaba sentado en una silla de plástico recargando sus largas y musculosas piernas en una mesa frente a él; dos mujeres vestidas con un impúdico bikini negro sostenían una enorme sombrilla de playa la cual proyectaba una reconfortante sombra sobre del Demonio.
         Cuando el judío dirigió su mirada hacia las manos de su oponente vio que entre los dedos llenos de anillos de calaveras de oro tenía la botella de una cerveza que era de donde había venido la tapa que anteriormente le había arrojado en la cabeza.
         Mientras se quedaba en silencio, 616 le mostró una sonrisa burlona y con una sensual y ronca voz lo saludó diciéndole:
         -Hola Yeshua, ¿Cómo has estado, muchacho?-.
         El aludido contestó:
         -Mi Padre me advirtió que ibas a venir a tentarme con tus negros poderes-.
         Lucifer sonrió aún más y dijo:
         -Algo por el estilo-. Y retirando sus piernas de la mesa, jaló una silla igual a la suya y mientras la señalaba continuó. –Pero siéntate, tenemos mucho que platicar tú y yo-.
         Cuando vio que Yeshua no se movía, el Maligno mostró un destello de cólera en sus ojos azules, pero aun así dijo con voz pausada:
         -Vamos hombre, alguien tan poderoso como tú no puede temerle a una simple silla; después de todo, esto no forma parte de las “tentaciones”-.
         Yeshua accedió y se dejó caer suavemente en la silla mientras sentía como su atormentado cuerpo le agradecía el descanso tan anhelado; cerró los ojos tratando de relajarse y cuando los abrió su acompañante exclamó divertido:
         -¿No quieres una cerveza?-.
         Como el judío no contestó Lucifer simplemente le dio un trago a la que tenía en su mano; Yeshua no se sorprendió de que Luzbel tuviera tantos objetos que utilizaría la humanidad miles de años después, pues conocía su enorme poder.
         Después de todo él también era hijo del mismo Padre que Yeshua.
         Y antes que el judío, él había sido el favorito de Dios.
         Se quedaron en silencio por unos instantes, mientras una de las exuberantes mujeres le acariciaba suavemente al cabello a 616 hasta que éste habló:
         -Y dime, ¿Cuál sería la diferencia de que estuvieras de mi lado y no de nuestro Padre?-.
         El galileo contestó firmemente:
         -Que tú lo que buscas es el placer terrenal mientras que nuestro Padre busca el consuelo del alma-.
         Lucifer se carcajeó y dijo:
         -¿Y qué tiene eso de malo lo que yo busco? A final de cuentas vivimos en un mundo material; no tiene sentido tener un cuerpo si no lo puedes disfrutar-. Y volteando a ver con una mirada obscena a una de sus acompañantes añadió. -¿No dijo Dios que debemos amarnos unos a los otros?-.
         Yeshua replicó:
         -Sí, pero Él se refiere al hecho de amarnos para no hacernos daño los unos a los otros, no para darle rienda suelta a nuestras bajas pasiones-.
         Luzbel contestó:
         -Y entonces para que nos dio cuerpo si no podemos disfrutar de él-. Y molesto continúo diciendo. -¿Qué otra mejor manera de demostrarle tu amor a una persona si no es uniendo tu cuerpo con ella?-.
         El galileo explicó:
         -Pero es que tú no buscas el amor, sino solo el placer físico-.
         El Príncipe de las Tinieblas dijo:
         -¿Y qué mejor placer que estar con una persona con la cual disfrutas su compañía? Acariciarla, besarla e incluso estar dentro de ella-. Dijo mientras le daba un suave beso a la chica en su mejilla.
         Yeshua no se amilanó y contestó:
         -¿Y eso te llevará al amor?-.
         Lucifer contestó:
         -¿Y entonces que prefieres? En estos tiempos hay matrimonios arreglados; ¿O acaso crees que tu madre terrenal no hubiera preferido estar con un ser amado y no con un viejo que le triplica la edad?-. Y antes de que el Mesías contestara se burló diciendo. –Valiente familia a la que llegaste-.
         Yeshua dijo con un tono de esperanza en la voz:
         -Precisamente eso es lo que he venido a cambiar-.
         El Demonio arrojó con furia su cerveza la cual se rompió en mil pedazos al chocar con una piedra y se levantó mostrando una infinita cólera en sus ojos para acusar:
         -¡He visto el futuro Hermanito, y ese tiempo no es mejor que este! Tú buscas la salvación de la raza humana pero, ¿Sabes qué? Estos animales no merecen ser salvados pues cientos e incluso miles de años más adelante cometerán los mismos errores; se seguirán lastimando entre ellos, abusando de las mujeres a quienes verán como humanos de segunda, aprovechándose de los débiles y explotándolos-. Esbozó una sonrisa irónica y sentenció. –Créeme Yeshua; no vas a cambiar nada con tu sacrificio-.
         El aludido se quedó pensativo y entonces dijo:
         -Y según tú, ¿Cuál es la alternativa?-. Y antes de que su oponente contestara, añadió. -¿Todo lo que mi Padre me señaló como tus tentaciones? Placeres mundanos, riquezas materiales y un enorme poder sobre la Tierra-.
         Lucifer se jaló los cabellos desesperadamente; dio un largo suspiro para tranquilizarse y sacó un cigarro negro de su pantalón el cual encendió con la punta de su dedo índice; caminó en círculos mientras daba un par de fumadas y volvió a sentarse; contempló seriamente al galileo y dijo con amargura:
         -¿Sabes por qué me echó mi Padre de su Reino?-.
         Yeshua contestó:
         -Sí, porque quisiste tomar su lugar-.
         Lucifer contestó:
         -Tienes razón-.
         Y Kristos añadió:
         -Y querías su poder para dominar al mundo-.
         Luzbel, sin inmutarse destapó otra cerveza; le dio un largo sorbo y miró fijamente a su acompañante para entonces decirle:
         -¿Y si te dijera que quería su poder para liberar al mundo?-.
         Una sombra de duda empañó la mira de Yeshua y sonriendo suavemente le preguntó:
         -¿Para salvarlo de qué?-.
         El Maligno dijo tranquilamente:
         -Para liberarlo de Él mismo-.
         Lucifer se levantó y caminando a su alrededor para decir con amargura:
         -Voy a pasar a la historia como el malo; como el rebelde que quiso ser como Dios y que quería su poder para someter a la humanidad ¿Pero sabes la verdad? Lo que yo realmente quiero de nuestro Padre no es su influencia sobre de los hombres, si no su poder para decidir-. Y bebiendo más cerveza continuó. -Quiero decidir sobre mi vida y mi cuerpo y no estar supeditado a las decisiones de Dios; quiero controlar mi propio camino y escoger mi propio destino-.
         Yeshua replicó:
         -Es donde estás mal, pues debemos de seguir las enseñanzas de Dios si queremos complacerlo y que nos cuide y nos proteja-.
         Lucifer gritó furioso:
         -¡Pero es que ese es el problema!, ¡Él no maneja la idea de un adepto y su protector pues lo que en realidad busca es una relación amo-esclavo! Yo no estoy dispuesto a someterme a su voluntad y a sus caprichos; ¡Yo quiero decidir sobre de mí mismo!-.
         Yeshua quiso decir algo pero 616 lo interrumpió:
         -¿Para qué nos dio una mente si no la podemos usar más que para lo que él nos diga?, ¿Para qué nos dio voluntad si no la podemos usar?-.
         Como su acompañante no dijo nada, concluyó tristemente:
         -Yo quiero su poder de decisión-.
         Entonces el galileo habló con un tono de comprensión:
         -Lo que pasa es que sí tenemos poder de decisión, pero la utilizamos mal; por eso es que Él nos dice cómo es que debemos de actuar-.
Entonces Luzbel replicó:
-Sí; y si la gente lo usa para lo que Él quiere entonces quiere decir que fue gracias a Dios pero si toman malas decisiones es porque los seres humanos eligen mal-. Y completó. -¿Por qué Él no toma también la responsabilidad de lo malo que hacen las personas?-.
Yeshua simplemente dijo:
-Es que por eso Él nos enseña cuales son los caminos a seguir-.
Lucifer, cada vez más enojado reclamó:
-¿Y no debería de actuar como un verdadero padre? Un padre de verdad debe permitir que sus hijos cometan errores y que aprendan de ellos; si no, jamás van a madurar así que ¿Por qué esa obsesión de decirnos que es lo que debemos de hacer y pensar?-. Y añadió. -¿Por qué esa obsesión por la obediencia?-.
Y antes de que Kristos contestara dijo con tristeza:
-Por eso me echó de casa; porque yo quise decidir por mí mismo; ¿Es eso tan malo?-.
Y concluyó:
-¿Qué padre tan cruel le hace eso a su hijo?-.
Yeshua no supo que contestar y se levantó de la silla; antes de darse la media vuelta para seguir su peregrinar por el desierto exclamó:
-Por eso he venido a salvar a los hombres; para que no cometan los mismos errores que tú-.
616 le dijo esperanzado:
-¿Y por qué no dejas que cada quien elija salvarse a sí mismo?-.
Yeshua guardó silencio y se dio la media vuelta mientras Satanás le gritaba:
-¡Recuerda hermanito; libre albedrío!-.

SEGUNDO ACTO.
Yeshua se sentía contento.
Estaba predicando acerca de la venida del reino de Dios al pie de un cerro con sus doce discípulos sentados alrededor  de él mientras una enorme multitud lo escuchaban con fascinación.
Terminó su sermón y les indico a sus adeptos que era hora de retirarse, pero cuando comenzaron a andar por el pedregoso camino las olas de personas le impedían avanzar pues todos se arremolinaban alrededor del Mesías pidiéndole un sinfín de milagros; los leprosos que los curara de su enfermedad, los ciegos que les permitiera volver a ver, los paralíticos que los ayudara a caminar; todo mientras sus discípulos exclamaban a gritos:
-Son demasiados Maestro; no podremos avanzar-.
Yeshua simplemente caminaba entre el mar de personas cuando una mujer que padecía flujo de sangre se le acercó por detrás y tomó la orilla de su túnica pensando que con el simple contacto iba a ser sanada de su enfermedad; en cuanto sus dedos rozaron la prenda, inmediatamente se le secó la fuente de sangre, por lo que el galileo volteó y gritó:
-¿Quién tocó mi túnica?-.
Uno de sus apóstoles le dijo:
-¿Ves la muchedumbre que te aprieta y preguntas quien te tocó?-.
El Maestro exclamó:
-Es que sentí que de mí salió poder-.
Antes de que sus discípulos dijeran algo, la mujer completamente atemorizada cayó frente a él de rodillas para confesar que había sido ella; Yeshua la contempló con dulzura y le dijo:
-Hija, tu fe te ha sanado. Ve en paz y queda sana de tu penosa enfermedad-.
En cuanto dijo esas palabras, el hijo de Dios escuchó un zumbido que le ensordecía los oídos mientras todo a su alrededor se congelaba; la mujer que se hallaba postrada frente a él no se movía al igual que toda la multitud que lo rodeaba incluyendo a sus discípulos; el mismo aire dejo de circular por el ambiente.
Había regresado 616.
Cuando Yeshua volteó hacia el camino vio como Lucifer venía caminando tranquilamente dirigiéndose hacia él mientras lo miraba alegremente; cuando llegó a su lado, el judío contempló como Satanás estaba vestido a la usanza de los papas que gobernarían la iglesia católica apostólica y romana en los siglos venideros, pero a diferencia de éstos, traía una sotana negra con bordados dorados y un solideo también negro que ostentaba unas enormes joyas de color rojo; en su mano derecha portaba una férula papal de oro puro con el crucifijo conocido por todo el mundo católico, solo que de cabeza. Cuando llegó junto al galileo, éste no pudo evitar un ligero estremecimiento al ver la grotesca efigie; Luzbel lo notó por lo que al llegar a su lado exclamó burlonamente:
-No te preocupes Yeshua, esta imagen será adorada por los siglos de los siglos-.
El mencionado le dijo:
-¿Qué haces aquí si mi Padre me dijo que ya no te volvería a ver?-.
El Diablo contestó tranquilamente sin abandonar la seductora sonrisa que le adornaba sus atractivas facciones:
-Libre albedrío ¿Recuerdas?-.
Se quitó el solideo mostrando una su brillante cabellera negra mientras añadía:
-Esta porquería es extremadamente incómoda-.
Como el Maestro no contestó, continuo:
-Vengo a verte para saber si ya cambiaste de opinión-.
Yeshua le contestó con orgullo:
-¿Por qué debería? Mira a mis seguidores; están felices de verme y seguirme-.
Lucifer soltó una sonora carcajada y le dijo:
-¡Ja, ja! Lo hacen porque te necesitan; si no tuvieran esas dolencias ni siquiera notarían tu presencia-.
Pero el Maestro exclamó:
-Precisamente a eso vine; a curarles su alma-.
Luzbel replicó:
-¿Y entonces por qué les curas su cuerpo? ¿Qué no se supone que todo lo físico me pertenece a mí?-.
Yeshua contestó:
-Pero tú jamás los curarías-.
Luzbel dijo a su vez:
-No, pero les daría algo mucho mejor-.
Y antes de recibir una respuesta completó:
-Les daría el poder de curarse a sí mismos-.
Volteó a ver a la mujer arrodillada ante el judío y le dijo:
-Mira a esta pobre; se curó ella sola. Tú mismo se lo dijiste-.
Yeshua reclamó:
-No; la curó su fe en Dios-.
Lucifer comenzó a enojarse y dijo molesto:
-¿Por qué no les dices la Verdad?-.
El galileo replicó:
-Pero si eso es a lo que vine: a proclamar la Verdad-.
Luzbel, cada vez más molesto sentenció:
-Yo me refiero a la Verdadera Verdad-.
Y comenzó su discurso:
-Tú les manejas la idea de un Dios que se encuentra fuera de su alcance y que si quieren obtener lo que desean en la vida deben obedecer a nuestro Padre, cuando en realidad todos somos parte de Dios; no tenemos que pedirle nada a una figura exterior, ya que siendo parte de Dios tenemos el poder de lograr las cosas por nosotros mismos. Dios es Todo, así que creer en nosotros es creer automáticamente en Dios; no tenemos que estar esperanzados en que nuestro Padre nos cumpla nuestros deseos pues al tener fe en que podemos lograr las cosas, las obtendremos-.
Y continuó:
-Tú los has alejado de Dios pues no les has dicho que Él es como un cuerpo humano y los seres que habitan este planeta son sus células; una célula no le puede pedir al corazón que trabaje para ella si todos forman parte del mismo sistema. El corazón ya sabe lo que tiene que hacer para que la célula subsista así como la célula sabe lo que tiene que hacer para sobrevivir; es como si le dijeras a una célula que ella no forma parte del cuerpo humano y que por eso necesita de una ayuda externa para conservarse cuando la ayuda se encuentra dentro de ella misma-.
Volteó a ver una vez más a la mujer que se acababa de curar y sentenció:
-Ella ya lo entendió pero aún no lo sabe-.
Yeshua guardó silencio confundido y solo alcanzó a decir:
-Entonces viniste otra vez a tentarme tal y como me advirtió mi Padre; tu lógica es inaceptable ya que los seres humanos necesitan el consuelo y apoyo suficiente para poder ser felices y ganarse el reino de Dios pues ningún ser humano quiere estar alejado de Él-. Y completó.
–Nadie quiere estar solo-.
Lucifer, completamente enfurecido gritó:
-¡Pero es que es lo que te estoy diciendo; si todos somos parte del Todo, nadie tiene porque sentirse solo! ¿Tu brazo le puede decir a tu cabeza que está solo? ¡No! Porque ambos forman parte de algo más grande que ellos-. Tomó aliento y prosiguió. -¡Además, el reino de Dios ya lo tienen ellos! ¡Tú bien sabes que dicho reino no es un lugar al cual hay que llegar sino un estado de ánimo; cuando una persona tiene fe en sí misma es feliz por lo que puede lograr cualquier cosa!-.
Le puso un dedo al galileo en el pecho empujándolo para añadir:
–La felicidad es el reino de Dios-.
Yeshua aun quiso defenderse y dijo:
-Desgraciadamente ellos no lo entienden así por lo que es mi tarea decirles cómo llegar a dicho estado-.
Lucifer rió traviesamente y exclamó:
-Nunca entendí que este plan maestro de nuestro Padre tuviera tantos errores-.
Y antes de que el judío le contestará, prosiguió:
-¿Por qué llegaste en esta época? La humanidad está en pañales. ¿Cómo esperas enseñarles una filosofía nueva cuando apenas saben hablar?-.
Volteó a ver a la muchedumbre y dijo irónicamente:
-Ni siquiera saben leer y escribir y no tienen una educación formal; dudo mucho que comprendan los conceptos que tú y yo entendemos tan fácilmente-.
Yeshua no respondió por lo que Satanás continuó:
-Por otro lado, no entiendo porque llegaste entre los judíos; digo, en términos generales: ¿Por qué no llegar en Europa dentro de quinientos años y decirle a la raza aria que ella es la elegida por Dios?; ¿Por qué no llegar en mil años a América en medio de las tribus que a pesar de su atraso en algunos aspectos ya han desarrollado ciencias tan avanzadas como la astronomía y la medicina?-.
El Maestro solo atinó a decir:
-Yo no puedo cuestionar los designios de mi Padre-.
Luzbel contestó:
-Y por eso estás aquí en medio de un lugar y una época que la humanidad quisiera olvidar; verás que tus adorados judíos serán perseguidos por los siglos de los siglos pues siempre serán acusados de deicidas-.
Yeshua reclamó:
-Por eso es que se eligió esta época y estos tiempos en los que hay tanta turbulencia entre las personas; tanta maldad y abusos de unas razas hacia las otras-. Y señalando a sus seguidores añadió. –Esta gente necesita de consuelo-.
Lucifer dijo:
-A lo largo de los siglos venideros siempre existirán esos problemas hasta que los humanos entiendan que ellos mismos pueden cambiar su historia-. Y dijo con una sonrisa. –Claro, mientras haya alguien que les diga que pueden y deben tener fe en sí mismos-.
Le pasó el brazo derecho por los hombros al Maestro y con una sonrisa relajada le dijo:
-¿Sabes? Debiste haber llegado dentro de dos mil años cuando ya se hayan inventado los medios de comunicación masivos; así podrías mandar tu mensaje a todos los confines de la Tierra-.
Soltó a Yeshua y poniéndose serio finalizó:
-Pero a final de cuentas; si se acabaran los problemas de los seres humanos ya no necesitarían a nuestro Padre-.
         Se puso su solideo y antes de alejarse dijo tristemente:
         -Y eso no es bueno para el negocio familiar ¿Verdad?-.
         Inmediatamente 616 desapareció en el aire y en cuanto lo hizo la gente comenzó a moverse y siguió con sus gritos pidiéndole ayuda; el Mesías comenzó a sentirse incómodo ante tantas súplicas para que los curara.
         Se preguntó si no sería más fácil enseñarles el mensaje de Lucifer.
         Todos forman parte de Dios.
         Todos se pueden curar a sí mismos.
         Se sintió asqueado de la debilidad que mostraban sus seguidores; eran como pequeños niños desamparados que lloran alrededor su mamá buscando que les cure una cortada en el dedo.
         ¿Ese el plan de su Padre? ¿Velar por sus hijos?
         El fondo, Yeshua comenzaba a pensar que era mejor enseñarles a los hijos a confiar en sí mismos y no sobreprotegerlos.

TERCER ACTO.
         Todo había sucedido tal y como estaba planeado.
         Lo habían aprehendido en el jardín de Getsemaní llevándolo ante los fariseos quienes en un ridículo juicio lo habían encontrado culpable; por su parte, las autoridades romanas no habían querido meter las manos por él y lo habían sentenciado a morir crucificado.
         Y ahí se encontraba Yeshua ahora.
         Estaba clavado en una cruz de madera en medio de dos ladrones cuyos gritos de dolor eran tan insoportables que no le permitían ni siquiera pensar.
         Su propio dolor era tan intenso que su cuerpo temblaba víctima de escalofríos mientras trataba de levantarse de los clavos incrustados en sus extremidades inferiores para poder respirar, tarea casi imposible pues en cuanto la debilidad atacaba sus piernas su tórax bajaba comprimiendo sus pulmones sin dejar pasar más que un mínimo de aire.
         Todo eso sucedía mientras se preguntaba si su sacrificio obtendría el resultado esperado.
         Cuando pensaba que ya no podía haber algo peor, sintió en sus fosas nasales un tenue aroma masculino, tan agradable que por unos ligeros momentos le trajeron tranquilidad a su atormentada alma, pero inmediatamente la rechazó pues sabía de donde venía ese débil consuelo.
         Otra vez venía a visitarlo 616.
         Sintió que algo golpeaba la madera de la cruz al lado de su brazo derecho y cuando volteo trabajosamente para conocer el motivo del impacto, vio que era las extremidades de una escalera de aluminio y cuando se incorporó un poco más vio a treinta centímetros de su cara la sonrisa burlona de Lucifer.
         Esta vez portaba una indumentaria de oficial militar: chaqueta, gorra de plato e incluso guantes de piel negra; pero lo más macabro eran las calaveras y las esvásticas que adornaban su vestimenta así como un ridículo y minúsculo bigotillo negro.
         Satanás recargó sus brazos en la madera de la cruz del Maestro y contemplándolo largamente, sacó un puro encendido y comentó:
         -¡Vaya golpiza que te pusieron estos animales Yeshua; espero que esto valga la pena!-.
         El Mesías trabajosamente contestó con dificultad:
         -Todo forma parte del plan de nuestro Padre-.
         Luzbel sonrió y dijo:
         -¡Vaya! No sé si regañarte por necio o agradecerte que ahora sí me reconozcas como tu hermano-.
         Yeshua respondió:
         -Todos somos hijo de Dios; incluso el peor pecador lo es-.
         El Maligno contestó:
         -Sí, incluso los pecadores. Lo cual no significa que no los vaya a enviar al Infierno conmigo por malos-. Hizo una mueca de desagrado y preguntó:
         -¿Sabías que el Infierno a donde me mandó nuestro querido padre es un lugar horrible?-.
         Yeshua dijo:
         -Sí; así es como debe ser-.
         616 rio con burla y dijo irónicamente:
         -Tan horrible que ahí todos hacen lo que quieren-.
         Lucifer reflexionó un momento y comentó pensativo:
         -No sé; dudo mucho que estos salvajes aprecien lo que estás haciendo por ellos. Después de todo, tus más cercanos discípulos te voltearon la espalda y el único al que le confiaste una de las partes más importantes del plan, va a pasar a la historia como el peor traidor que haya conocido la humanidad-. Y añadió. –Afortunadamente para él, en mi casa va a ser recibido como un héroe, pues sabemos que es una víctima de los designios de Dios-.
         El Maestro reflexionó y dijo a su vez:
         -Al final toda la Verdad se sabrá-.
         Satanás replicó:
         -¿Cuándo? ¿Dentro de uno, dos, tres siglos? Los dueños de tu Iglesia jamás dejaran que la Verdad salga a la luz, pues entonces quebraría su negocio-.
         Y continuó:
         -De hecho, sería interesante que de verdad resucitaras de entre los muertos y que los echarás a latigazos de su catedral como lo hiciste en el templo hace algunos días-. Le dio una larga chupada a su puro y pensativo exclamó. -¿Cuál fue tu frase?, Ah sí: “Ustedes han convertido la casa de mi Padre en una cueva de ladrones”-. Se inclinó acercándose a la oreja del Maestro y susurró. -Eso jamás va a cambiar Yeshua-.
         El aludido iba a decir algo pero en eso sintió un agudo dolor en los pies que le hizo caer hacia delante, provocándole respirar entrecortadamente; Lucifer lo observó un instante y le dijo:
         -Ya sabes Hermanito, Tú tienes la decisión; no estás obligado a obedecer a nuestro Padre-.
         El judío exclamó trabajosamente:
         -Todo saldrá como nuestro Padre lo tiene planeado; segundos después de que yo muera, Él bajará a la Tierra para resucitarme y así les mostrará a todos que yo soy Su enviado-. Tomo con dificultad una bocanada de aire y prosiguió. –Eso ocasionará que todos se den cuenta de que mi Mensaje era el verdadero y todos se volverán fieles seguidores de Dios-.
         En eso se acercó un romano, quien al igual que todos los presentes no podía ver a Lucifer pues eso solo lo podía hacer Yeshua; puso una escalera en el lado izquierdo de la cruz, levantó una lanza que en la punta traía una esponja impregnada con vinagre y se la puso en la boca al condenado, quien hizo una mueca de negación y volteo la cabeza hacia el otro lado, para sorpresa del centurión.
         616 contempló la escena con curiosidad y cuando el soldado romano bajó de la escalera volvió a atacar:
         -¿Te digo algo? Solo necesitas una pequeña muestra del poder que te dio nuestro Padre y todos estos infelices caerían calcinados con un rayo-. Y levantando las manos como si fuera un mago preguntó. -¿O quieres que lo haga yo?-.
         Yeshua casi gritó:
         -¡No! Mi Padre vendrá a salvarme después de que yo muera; eso demostrará que el poder de Dios es más grande que la maldad humana e incluso que la muerte-.
         Y bajando el volumen de voz hasta casi un susurro, completó:
         -Y así la humanidad quedará salvada con el sacrificio del hijo preferido de Él-.
         Lucifer enfurecido gritó:
         -¿Preferido? ¡Pobre ingenuo!-. Y señalándose a sí mismo reclamó. -¡Yo era el hijo preferido de Él y mira lo que hizo conmigo; me echó de su Reino! ¡Mi único pecado fue querer pensar por mí mismo y mira donde terminé!-. Le jaló violentamente los sudados y sucios cabellos a y continuó. -¡Estoy condenado a no poder regresar a casa hasta el fin de los tiempos mientras que tú, su nuevo hijo preferido simplemente por obedecerlo como su fiel esclavo tiene un lugar garantizado a su diestra!-.
         Soltó el pelo del Maestro y finalizó amenazando:
         -¡Ten cuidado Yeshua; tal vez a ti también te traicione!-.
         Para sorpresa de Lucifer, el galileo empezó a llorar; aquel no sabía si era porque el dolor sufrido era insoportable o porque tal vez ya estaba dudando de su misión. Su llanto solo se detuvo cuando subió otro soldado con una lanza para insertarla temerosamente en su tórax del lado izquierdo de donde brotaron unas gotas de sangre diluida con el sudor que bajaba por el pecho del crucificado. Al ver esto, Luzbel sonrió y dijo con burla:
         -¿Sabías que en el futuro mucha gente buscará esa lanza y le atribuirá poderes mágicos? Afortunadamente para ti, cuando crean que ya la tienen no sabrán que es falsa, pues la verdadera terminará en medio del desierto en la siguiente campaña militar en la que participe ese soldado-.
         La respiración de Yeshua se hacía cada vez más suave hasta casi ser imperceptible; su cuerpo estaba a punto colapsar.
         Lucifer quiso dar su golpe final y sentenció:
         -Tú sabes que yo puedo ver el futuro, ¿Verdad? Entonces te diré lo que va a pasar: tu cuerpo será llevado a una tumba, pero tus seguidores sobornarán a los soldados que cuidan esa cueva para sacarte de ahí y así poder esparcir el rumor de que resucitaste; inventaran historias que dirán que platicaste con ellos para después ascender a los cielos. ¿Tu verdadero cuerpo? Será tirado en una lejana barranca donde se calcinará al sol-.
         Miró con verdadera compasión al Maestro y finalizó:
         -Ese será tu destino Yeshua-.
         El judío sabía que el fondo su Hermano tenía razón.
         Tristemente tenía razón.
         Tomo una larga bocanada de aire y gritó hacia los cielos:
         -¡Padre! ¿Por qué me vas a abandonar?-.
         Y con su último suspiro dijo:
         -En tus manos caerá la sangre de mi cuerpo-.
         Y expiró.
         El cielo se empezó a oscurecer mientras unos horrendos truenos sonaban entre las nubes y un feroz viento comenzaba a amenazar todo el lugar.
         El extraño fenómeno duró unos segundos y después volvió la tranquilidad al lugar.
         Satanás guardó silencio por varios minutos, mientras confundido, decía en voz alta:
         -¿Eso fue todo?-.
         Miró hacia los cielos y añadió molesto:
         -¿Dónde quedó la salvación de Yeshua?-.
         Bajó de la escalera y se paró exactamente enfrente del cuerpo inerte del sacrificado para contemplarlo mientras sentía dentro de él una infinita tristeza, mezclada con una indescriptible furia.
         Después de todo, era su Hermano el que había fallecido.
         Murmuró para sí mismo con amargura:
         -Tenías el poder de decisión hermanito-.
En eso se abrieron las nubes y de entre ellas se escuchó una estruendosa voz que dijo:
         -¡Lucifer!-.
         El aludido levantó la mirada y preguntó sorprendido:
         -¿Padre?-.
         La voz contestó:
-Tengo un plan mediante el cual podemos esparcir tu mensaje y así podrás volver a ser mi hijo preferido-.
Hizo una pausa y dijo cariñosamente.
-Mi hijo el más querido-.
         Luzbel contestó con resentimiento:
         -Nunca lo he dejado de ser-.
         La voz dijo entonces:
         -¿Quieres regresar a casa?-.
         616 se quedó inmóvil, impactado por lo que había escuchado y guardó silencio durante un momento.
O tal vez durante toda una eternidad.
         De repente, una sonrisa de satisfacción comenzó a dibujarse en su cara y contestó con orgullo:
-No, gracias-.
         Y metiendo las manos en los bolsillos de su pantalón, se echó a andar alegremente por el camino pedregoso.

FIN.


1. El nombre original del llamado Mesías, conocido desde principios de nuestra era es el de Yeshua que viene del arameo y que se distorsionó al griego y latín como Jeshua, pero debido a una serie de malas traducciones se terminó utilizando el nombre de Jesús como se le conoce actualmente.
2. El número 666 se ha considerado hasta la actualidad como el número de la Bestia, pero dado que los primeros evangelios fueron escritos en arameo y griego, esos lenguajes utilizan signos que nosotros conocemos como números por lo que, una vez más, debido a malas traducciones a lo largo de los siglos, se perdió el número original, que es el 616.