El siguiente es un relato extraído de las
páginas del diario de Martha, una jovencita de no más de dieciocho años que
desgraciadamente ya no se encuentra entre nosotros.
28
de diciembre.
Querido
diario:
Desde
hace algunas semanas no he podido dormir como es debido; estaba acostumbrada a
que en cuanto me iba a la cama como a eso de las diez de la noche, bastaba con
que cerrara los ojos para que el sueño se apoderara de mí. Sin embargo,
últimamente paso gran parte de la noche dando vueltas en la cama de manera
inquieta y en cuanto comienzo a dormitar me atacan terribles pesadillas en las
cuales un hombre siniestro me vigila e incluso me persigue; a veces en un
bosque, otras veces en medio de la ciudad e incluso a veces sueño que me
encuentro en lugares de épocas pasadas donde soy asediada por el extraño ser,
por lo que dondequiera que se sitúe mi sueño, él siempre está ahí.
Despierto
bañada en sudor y con el corazón latiendo desbocado en medio de la oscuridad
nocturna; incluso, a veces pienso que no despierto del todo pues a pesar de
darme cuenta que me encuentro en mi cama, siento como si ese hombre saliera de
mis sueños para brindarme su horrenda compañía en mi habitación. A veces creo
que lo veo entre las sombras pero la mayoría de las veces solo escucho su
pausada respiración al lado de la cabecera de mi lecho.
Como
es de esperarse, durante el día me siento extremadamente cansada y no me puedo
concentrar en nada de lo que hago, por lo que hasta mis calificaciones, otrora
de excelencia, ahora han bajado mucho de nivel.
También
he perdido el apetito.
5
de enero.
Querido
diario:
¡El
hombre siniestro se me ha aparecido!
Cuando
desperté anoche como a las tres de la mañana, después de sufrir una más de las
acostumbradas pesadillas, él se hallaba sentado sobre los pies de mi cama; me
saludó con una sonrisa melancólica y comenzó a platicarme del tiempo cuando
habitaba este mundo; a lo que se dedicaba, donde vivía e incluso me llegó a
contar acerca dela familia que tenía, así como de la horrenda muerte que tuvo,
pero lo más triste de todo fue haberme confesado lo triste y solo que se
sentía.
Me
decía que desde que falleció, hace tanto tiempo que ya ni se acuerda de la
fecha, se dedicó a vagar entre los vivos, buscando compañía que jamás encontró
hasta que hace como dos meses, cuando comenzaron mis pesadillas, me vio en el
cementerio cuando fui al sepelio de mi tía Agustina; me estuvo observando
mientras yo caminaba entre las tumbas y que inmediatamente se enamoró de mí.
Como muestra de su afecto me trajo un gran ramo de rosas negras que puso en el
florero que tengo en mi mesita de noche.
Las
flores se veían lúgubremente hermosas, pero desgraciadamente por la mañana
cuando desperté, en el florero solo quedaban unos marchitos hilos de maleza
como si hubieran pasado toda una vida esperando en vano una mano caritativa que
las alimentara con agua.
20
de enero.
Querido
diario:
Mi
admirador del más allá se me ha seguido apareciendo toda las noches y como la
primera vez, se sienta a los pies de mi cama para contarme acerca de su vida
pasada, así como me interroga acerca de la mía; no sé por qué, pero me encanta
la mirada de comprensión que me dirige cuando le platico acerca de mis
ilusiones y mis fantasías.
¿Me
estaré volviendo loca? No lo sé, pero cada día que pasa, anhelo más y más a que
llegue la noche para que mi visitante nocturno haga acto de presencia. He
abandonado el contacto con mis amigos; ya casi no pongo atención en mis clases
cuando llego a asistir a la escuela y cuando estoy en casa, solo cuento las
horas para que llegue la noche y así poder ver así poder ver a mi acompañante
nocturno; creo que nadie en esta vida me entiende como él y que nadie me habla
con tanto afecto e interés como lo hace él.
Con
el paso de las semanas ha nacido en mí un sentimiento de unión tan fuerte que
no sé si sea amor, pero lo que sí sé es que no conozco a persona alguna que haya
experimentado una sensación tan grande como ésta. Tal vez lo que sienta es algo
tan horrendo cuyo origen solo puede ser el mismísimo infierno o ¿Quién sabe? Es
algo tan sublime que solo los ángeles han podido gozar del éxtasis en el cual
me encuentro sumida desde su primera visita.
Lo
único que me preocupa es que dada mi precaria alimentación, he bajado demasiado
de peso a tal punto que la ropa empieza a quedarme grande.
1
de febrero.
Querido
diario:
Cada
vez me cuesta más trabajo escribir lo que me ha sucedido, pues incluso el
simple hecho de levantar la pluma me provoca dificultad. En mi familia todos se
encuentran preocupados, ya que a pesar de que han traído incontables doctores
para saber la causa de mi extrema delgadez y debilidad, ninguno ha atinado a
encontrar la raíz de mi supuesta enfermedad.
En
realidad no estoy enferma o si lo estoy, entonces es que el amor es una
enfermedad en sí. ¿Pero quién no ha amado a alguien hasta el punto de no
importarle otra cosa en la vida más que estar con nuestra alma gemela?; no
comemos, no bebemos, no dormimos y no pensamos más que estar con esa persona
especial. No importa la salud mientras el alma y el corazón son alimentados con
el sentimiento más sublime que puede albergar un ser humano; así mismo, no
importa que dos amantes no pertenezcan al mismo plano astral; no importa que no
puedan tocarse entre sí mientras se puedan contemplar entre ellos y escuchar la
voz uno del otro, como si fuera la más delicada música que pudiera haber creado
deidad alguna en cien mil años.
10
de febrero.
Querido
diario:
No
sé si sea buena idea escribir esto, pues desde que comenzó esta aventura que le
dio significado a mi vida no te había dicho el nombre de mi amado.
Se
llama Jorge.
¿No
es hermoso ese nombre?
Durante
el transcurso del día me la paso repitiendo esa palabra, pues siento que cada
sonido de ella me acaricia los labios, casi como si él mismo me besara; incluso
me sonrojo al pensar de esa manera, pero no puedo evitar decir en voz alta su
nombre, incluso aunque a estas alturas mi boca solo emite suaves susurros
producto de mi debilidad que crece a la par de mi cariño por mi admirador de
otro mundo.
¿No
crees que es injusta la vida al reunir a dos personas que se aman tan
apasionadamente como Jorge y yo, sabiendo que pertenecemos a diferentes
dimensiones?
Intentó
carcajearme de risa cuando veo las telenovelas que pasan en la televisión que
mi mamá ha instalado en mi habitación para entretenerme; veo personas que
sufren por amores que llaman imposibles al pertenecer a diferentes clases
sociales o económicas.
¡Pobres
ingenuos!
Si
sufrieran lo mismo que Jorge y que yo al no poder estar juntos, estoy segura
que se volverían locos.
Sin
embardo, algo dentro de mí me dice que esta separación entre y mi amado no será
para siempre.
16
de febrero.
Querido
diario:
No
sabes cómo me deleito de todo lo que me platica Jorge; en su paso por la vida
terrenal vivió un sinfín de aventuras, lo que me ha demostrado que era un
hombre de mundo.
He
disfrutado como si lo hubiera vivido al lado de él, cuando me cuenta la manera
como hizo su fortuna; viajó por países que yo solo he conocido en fotografías y
programas de televisión; me he deleitado cuando me platica de las ocasiones en que
se hizo a la mar a fin de encontrar tesoros que pudiera llevar de regreso a su lugar
de origen para comenzar una vida de opulencia; cierro los ojos de miedo
tapándome la cara con las frazadas de mi cama cuando me cuenta las múltiples
ocasiones en que estuvo a punto de perder la vida a consecuencia de los
supuestos amigos que en cuanto tuvieron la oportunidad, no dudaron en
traicionarlo atentando contra su vida para quitarle su enorme patrimonio; he
sentido celos cuando me habla de cómo conoció a su esposa, pero también he
llorado cuando me confesó lo desolado que se sintió cuando su mujer murió
víctima de la influenza española.
Pero
lo que más me ha impactado fue la manera como él murió; en una noche en que
sentía que el peso de la soledad amenazaba con volverlo loco, llegó a su casa
para servirse una bebida alcohólica, la tomó y se sentó en el sofá de su sala, cerrando
los ojos para ya no despertar jamás. Las lágrimas escurrieron por todo mi
delgado y pálido rostro al darme cuenta que murió de amor.
La
peor de las muertes que ningún ser humano merece sufrir.
Sentí
como me derretía de ternura al ver como estiraba sus transparentes dedos para
intentar limpiar mis lágrimas sin éxito, pues la sombra de su mano simplemente
atravesó mi piel.
Con
todo, el gesto hizo que me enamorara aún más de él.
Afortunadamente
supo consolarme, pues mi corazón brincó de alegría cuando me dijo que le
hubiera gustado que todo lo que vivió hubiera sido mil veces mejor lo hubiera
vivido conmigo a su lado.
Eso
me indica que nuestro encuentro está cerca.
27
de febrero.
Querido
diario:
Cada
noche que pasa noto a Jorge más cercano a mí; es como cada uno supiera lo que
el otro va a decir, hacer e incluso pensar.
Dicen
que los enamorados son como piezas de rompecabezas y que cuando se encuentran,
se unen de manera perfecta, pero en realidad el amor es mucho más que eso, pues
se llega al punto que ambos se complementan tanto que se vuelven uno mismo; en
mi caso es como si la transparente imagen de mi amado se uniera a mi cuerpo
físico.
Cada
vez me siento más débil, pero me da gusto que cuando él se va por la madrugada,
es como si me inyectara una extraña vitalidad que me da las fuerzas suficientes
para seguir escribiendo; tal vez en el fondo Jorge desea que lo haga, pues noto
que le gustaría que quedara un mudo testigo de nuestro majestuoso amor.
Esta
noche me siento especialmente feliz, pues cuando mi pretendiente se fue, se
despidió con las siguientes palabras:
“Ya
no falta mucho para que estemos juntos”
1
de marzo.
Querido
diario:
Esta
es nuestra noche especial.
No
sé si Jorge estaba esperando el permiso de alguien o que las estrellas
estuvieran alineadas en cierta posición, pero mi corazón me dice que el momento
ha llegado.
Me
entristece saber que ya no volveré a ver a mis papás, pero me consuela el hecho
de saber que esto es algo que forma parte de la vida.
Todos los seres
humanos tenemos derecho de encontrar nuestra felicidad.
Y
yo la he encontrado en el amor de Jorge.
En
el fondo me siento feliz, ya que mi enamorado me ha prometido que estaremos juntos
y que nada ni nadie nos podrá separar; desafiaremos al mismo Dios si es
necesario, pero no claudicaremos hasta cumplir nuestro más anhelado deseo. ¿No predicaba
el mismo Altísimo que nos amaramos los unos a los otros? Pues entonces lo
obedeceremos ciegamente para poder darle rienda suelta a este sentimiento que
ambos cobijamos dentro de nuestro corazón.
Estaremos
juntos por la eternidad.
Y ahí es donde termina el diario de la
joven enamorada, ya que, en la mañana del 2 de marzo, sesenta y seis días desde
que el hombre siniestro se apareció en sus sueños por primera vez, Martha dejó
de escribir. Cuando sus familiares entraron a su recámara para despertarla
encontraron su cuerpo descansando en su lecho, completamente reseco, como si
fuera el cuerpo de una momia; su cara reflejaba una mueca que en otras
circunstancias se hubiera podido tomar como una sonrisa mientras sus acartonados
dedos oprimían fuertemente una enorme y brillante rosa negra.
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